lunes, 22 de octubre de 2012

derrame cerebral




... y fijate, un mate viene, un mate se va, con la misma facilidad que la persiana golpea el piso al bajar; con la misma espontaneidad con la que dos manos rompen cadenas y se desligan, quebrando el vaho unánime producto de la unión, la unión pura.
Entonces hay dos vahos, y dos almas, dos cuerpos y dos sustancias en lugar de una. Una sola. Una raya en el plano. Un relámpago fugaz en el mar. Un coatí en el desierto. Uno que son dos, pero sigue siendo el mismo coatí, el mismo y único animal. Un tres de diamantes, que no es más que la suma de un dos, y un uno, es decir dos números, osea, un tres.
Y fijate también, que otro mate viene, y otro mate se va con un poco de tinta salpicada, e inevitablemente con una pizca de ese vaho, vaho de humo tuyo, de humo de carbón de lápiz, de humo de vaho de algún pensamiento, de algún recuerdo. Realmente no,
no quiero mirar
  con indiferencia
una foto tuya,
       algún martes gris
en alguna ciudad del
   globo azul,
                       tan ajeno a vos.

Hoy soñé
una carta
creo que era
el tres de diamantes,
                     tan propio tuyo.